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Bitcoin, Criptomonedas y La democratización de la confianza

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Versión en español de mi reciente columna publicada en Carta Capital

El dinero es el sistema global más eficiente jamás concebido por el ser humano para generar confianza. Según el profesor Yuval Noah Harari, autor De animales a Dioses: “Gente completamente extraña, aunque se odien, llegan a un punto en común: el abstracto del dinero (…) Sirve para que personas que no se conocen colaboren, porque ambas creen en una misma historia. Dos chimpancés no sabrán intercambiar un plátano y un coco. Nosotros sí sabemos cambiar un trozo de papel en el que ambos creemos por una botella de agua.”

Es cierto: un billete de U$ 100 tiene la capacidad de acercar personas con fuertes diferencias culturales, religiosas y políticas, y alinearlas detrás de objetivos comunes. Infelizmente la confianza que genera ese dinero no está depositada en los individuos ni en sus valores, sino en el dinero mismo, o más concretamente: en las organizaciones que lo respaldan.

Esas organizaciones son básicamente bancos y gobiernos que, a través de sus bancos centrales y gracias a ese respaldo, son habilitados para crear un régimen centralizado que les permite imprimir dinero, controlarlo, monopolizarlo y emitirlo también como deuda. 

Este sistema adquirió total libertad y autonomía a partir del Nixon Shock, en 1971, cuando se declara el fin de la convertibilidad directa del dólar americano con respecto al oro para dar lugar a un nuevo régimen que establece que un dólar se respalda con otro dólar. Desde entonces la Reserva Federal emite dólares que no tienen respaldo: solo la confianza en la capacidad de repago del país. 

El sistema financiero mundial se basa por lo tanto en creer que el sistema sirve y funciona. Siempre se está emitiendo deuda para repagar la anterior y seguir acrecentando la base monetaria.

En este contexto, el dinero fiduciario funciona como el núcleo de un sistema de poder y arbitraje integral, que se potencia entre el Estado y el mercado y que marca el pulso del planeta. Crecimiento y lucro son las consignas que guían su lógica, signada además por la eficiencia transaccional y su capacidad de trascender cualquier frontera.  

Tomando en consideración su fortaleza, resulta increíble que esta estructura en apariencia indestructible comience a ser desafiada por la nueva era de democratización informática.

Expliquemos el fenómeno en forma progresiva:

A partir de la aparición de las redes digitales entramos como humanidad en una dinámica de reorganización de todos nuestros procesos relacionales, políticos, comunicacionales, económicos, etc. 

En pocos años hemos visto la aparición de una sociedad en red que, operando  supercomputadoras y algoritmos sumamente inteligentes, produjo la “uberificación”  de la economía. El nombre proviene de Uber, un servicio de taxi brindado por autos particulares que, a través de una aplicación, conecta a los pasajeros con los conductores de vehículos registrados, los cuales ofrecen un servicio de transporte. Uber se volvió muy popular en el mundo por ser económico, práctico y sustentable, y por ser un concepto innovador en redes de integración entre proveedores y clientes. 

Al igual que Uber redefinió el transporte de pasajeros, Spotify hizo lo propio con la industria de la música, Netflix con el consumo online de TV y películas, y a un nivel más democrático Utorrent con el entretenimiento. 

En este proceso de cambio, el dinero tal como lo conocemos está siendo hackeado por las mismas fuerzas de cambio aquí descritas. Es probable que, a un ritmo más rápido del que podemos comprender, estemos ante la aparición de un nuevo sistema que puede dejar obsoletas las estructuras actuales de las finanzas. 

Mucho se ha escrito sobre Bitcoin, una cripto-moneda descentralizada que comenzó a funcionar mundialmente fuera del ámbito de los bancos, los gobiernos, las corporaciones y de cualquier institución que intente controlar su funcionamiento. Sin embargo, aún conocemos poco sobre el concepto del Blockchain, la revolucionaria tecnología que sostiene a esta moneda. 

El Blockchain es un libro de contabilidad criptográfica distribuido en la mayor red de supercomputación del mundo. Para dar una idea, la capacidad de cómputo del Blockchain supera a las mil supercomputadoras más potentes del mundo combinadas.

Blockchain trasciende a la propia Bitcoin porque hace obsoletas las instituciones intermediarias ya que distribuye un nuevo protocolo criptográfico hacia los nodos que constituyen la red. 

La innovación del Blockchain es un algoritmo inteligente que resuelve un dilema hasta ahora insoluble y que entre los científicos se conoce como “el problema de los generales bizantinos”: lograr que personas que no confían unas en otras consensúen un objetivo común, aún cuando entre ellas existan traidores con objetivos opuestos que intenten hacer fracasar el proceso.

El Blockchain redefine el concepto de confianza ya que permite crear una red de computadoras independientes que constituyen un recurso común colectivo, un “commons”,  propiedad de los propios participantes. Este algoritmo realiza una doble verificación y auditoría de toda la información cada vez que se realiza una transacción, creando un sistema confiable, eficiente y de bajos costos transaccionales. 

Un sistema puede ser definido como nodos interconectados que cumplen un propósito. El emergente de un sistema es su propiedad más potente, producto de la interacción de los elementos que lo componen y que pasa a ser propiedad del conjunto.

En el caso del Blockchain, el emergente permite que el sistema se organice espontáneamente sin leyes explícitas, dando lugar a un nuevo comportamiento inteligente y disruptivo. 

Ya no se trata de otro de los cambios que generó el mundo en red, como invertir en proyectos o prestar dinero a desconocidos sin garantía a través de crowdfunding u hospedarnos en casas de extraños a través de sistemas de intercambio. Se trata de una evolución trascendental en el concepto de confianza, ya que ésta se distribuye en una red democrática –que entre otras cosas produce dinero (bitcoin)–, que no necesita de la validación de un órgano central. La confianza permea así en cada uno de los circuitos interdependientes de la red, en una espiral de retroalimentación positiva exponencial. Preparémonos.


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